Por Juan Villalobos.
Jamás pensé que uno de mis destinos viajeros iba a ser Angola. Sin embargo, circunstancias familiares me han permitido visitar por dos veces este gran país que, tras 35 años de cruenta guerra civil, trata de abrirse camino a velocidades de vértigo.
En 2002, la paz fue definitivamente instaurada, dejando atrás uno de los periodos más sombríos de la historia contemporánea de Africa y dando paso a uno de los países con mayor tasa de crecimiento a nivel mundial. El reto es, como ocurre en todas las épocas de la historia de Africa, el reparto justo de la inmensa riqueza que, día a día, genera esta impresionante nación, tal vez la de mayor futuro del continente. Todo, absolutamente todo, está por hacer en lo referente a comunicaciones (ya deterioradas con apenas diez años desde su reconstrucción) , sanidad, educación, vivienda, infraestructuras, etc…Y tienen que salir adelante: se lo merecen ahora que comienzan a conocer los efectos de la paz y la democracia, aunque sea de forma incipiente.
Allí he recorrido inmensas playas; admirado paisajes asombrosos, tal vez únicos en el mundo; contactado con gentes, esas gentes de simpatía arrolladora, amables, serviciales, siempre dispuesta a prestar su ayuda desinteresada.
Presentaré imágenes que muestran las maravillas de la naturaleza que tuve la suerte de conocer y, sobre todo, lo que me cautiva: aspectos de la vida cotidiana angoleña, ciudadanos y niños que disfrutaban ante mi cámara y siempre deseaban dejarse fotografiar.
Una verdadera joya dentro del inmenso continente africano que cada día me engancha y cautiva con mayor fuerza.