Por María José Rodríguez Rivas
Estos serán los objetivos de este viaje, aprovechar la afición por la ornitología en el Delta del Danubio y la búsqueda de los grandes mamíferos en los Cárpatos; entre un vértice y otro del país, se extienden grandes llanuras cerealistas, haciendo de Rumanía un país eminentemente agrícola, con tradiciones arraigadas y heredadas de regímenes anteriores, en las que la naturaleza ha permanecido inalterada tras el telón de acero cual reservorio de vida salvaje.
La explosión de avifauna del Delta del Danubio y su aislamiento natural de islas arenosas rodeadas de agua y vegetación, hacen que sea considerado un lugar especial. Los bosques primigenios del norte, pueden ser considerados como bosques relícticos del Holoceno tanto por su densidad y variedad de especies, como por su extensión.
De civilizaciones acosadas por invasores y rodeadas de leyendas que acompañan las hazañas y el halo boscoso de algunas zonas, hacen referencia el castillo de Drácula y fortificaciones cercanas.
La adaptación del hombre a lugares tan extremos y maculados ha generado un carácter recio y luchador en sus gentes, que ahora pugna por adaptarse a la introducción de modas y planes occidentales, como si de una gran boca engullidora se tratase.