Por Jesús Nicolás Sánchez Sánchez.(Fotógrafo y naturalista)
La observación de las maravillas naturales y paisajísticas que nos rodean suelen ser muy a menudo una de las “disculpas” habituales para dar rienda suelta a la necesidad del ser humano de viajar, necesidad que pareciera llevamos grabada en nuestros genes como especie. Y aunque quizás seamos solo un puñado los que realizamos algunos de nuestros viajes con el objetivo específico de la observación de fauna, lo cierto es que, al final, buscamos exactamente lo mismo que la mayoría de viajeros: primero, asombrarnos de la naturaleza de nuestro planeta y, después, enriquecernos con cada km. recorrido.
Los que, además, empleamos gran parte de nuestro tiempo en la fotografía de fauna, sabemos que siglos y milenios de persecución han conseguido que prácticamente todas las especies en nuestro país, salvo raras excepciones, huyan despavoridas ante nosotros, algo que nos debería avergonzar sobremanera en pleno siglo XXI. Para salvar este contratiempo y poder fotografiar fauna salvaje, empleamos generalmente muchas horas y una paciencia casi infinita, camuflándonos para no ser descubiertos y que se acerquen a nuestras cámaras. Y esto suele resultar duro. Por eso, de vez en cuando, uno necesita la oportunidad de deleitarse con especies que no presenten temor alguno al hombre, y así retratarlas sin mayores complicaciones. Poderse acercar a ellas a escasos metros resulta no solo un privilegio casi impensable para el fotógrafo español, sino, además, un espectáculo en sí mismo. Y por esto mismo no es necesario ser un naturalista entusiasta para disfrutar de algunos de lo acontecimientos faunísticos más llamativos que la naturaleza nos brinda a través de la inmediatez y la proximidad de algunas colonias de aves marinas, basta para ello con tener sensibilidad.
Si, además, esta posibilidad la tenemos a la vuelta de la esquina, un viajero no necesita más “disculpas” para organizar un viaje y asombrarse de los tesoros naturales que otras regiones le ofrecen. Solo deberá escoger la fecha. Y es que las aves pelágicas pasan toda su vida en alta mar y muchas de ellas solo una vez al año se acercan a tierra para posarse. Es el momento de la reproducción. Las concentraciones en determinados enclaves costeros de decenas de miles de parejas -a veces cientos de miles- de diferentes especies de aves suponen una situación única que cualquier apasionado de la naturaleza y los viajes no puede dejar pasar por alto. Y el Reino Unido, además de ser un lugar privilegiado para ello, está al lado de casa. De las numerosísimas reservas naturales que conserva en todo su territorio nacional, muchas de ellas están ubicadas en acantilados costeros y nos proporcionan escenarios únicos que nos dejarán literalmente boquiabiertos.
Será imposible en un solo viaje abarcar todos los lugares “imprescindibles” que conservan las Islas Británicas, pero en este recorrido en furgoneta camperizada (autocaravana) visitamos algunos de ellos, en un periplo de más de 5000 km conduciendo por tierras inglesas, en el que apenas nos separaremos de la costa, y en el que conservaremos nuestra total autonomía y libertad al tener en nuestro propio vehículo, tanto el transporte, como el hospedaje y la manutención; un “todo en uno” que se traduce en una palabra clave para el viajero: Libertad, con mayúsculas. ¿quién puede pedir más?