Bhután nos muestra una sucesión de valles y montañas salpicados de dzongs, la serenidad de la vida cotidiana de sus habitantes, la espectacularidad de los festivales religiosos en sus monasterios, una gran riqueza paisajística… manifestaciones, todas ellas, de un reino que mide su Producto Interior Bruto en términos de felicidad.
De Indochina contrapondremos dos aspectos: la crueldad sufrida en esta zona en la segunda mitad del siglo pasado frente a la mirada de presente y de futuro de Vietnam, Laos y Camboya, plasmada en la delicadeza de sus habitantes, en el fluir del rio Mekong o en los impresionantes templos camboyanos atrapados por la selva y considerados la octava maravilla del mundo.
El distinto carácter de los habitantes de Indochina queda reflejado en el resumen que sobre el mismo hicieron los franceses, colonizadores de estos paises: “los vietnamitas plantan el arroz, los camboyanos miran cómo crece y los laosianos lo escuchan”.
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