Por Juan Carlos H. Aubanell.
Viaje heterogéneo, con la sensación de sentirte en medio de la nada: desiertos, reservas, parques naturales, ciudades fantasma o solitarias, sin apenas sonidos diferentes al del viento, y noches espectaculares con la única compañía de las constelaciones del hemisferio sur …
Desde Ciudad del Cabo partimos hacia el norte para atravesar Sudáfrica, sus viñas y campos de cultivo cercanos a la costa atlántica hasta llegar a Namibia.
Salidas a la costa para ver el mar en Lüderitz y Swakopmund y seguir hacia el norte hasta llegar a la frontera de Angola donde el río Kunene se rompe en las cataratas de Epupa. Muy cerca de allí el encuentro con los Himba, con sus mujeres embadurnadas de tierra rojiza mezclada con manteca y ceniza.
La fauna abundante, cercana y excepcional de los míticos parques nacionales del Kalahari Transfrontier, Etosha y Chobe rivaliza con la belleza del mar de dunas y el lago muerto del Namib-Naukluft, la Costa de los esqueletos o los increíbles paisajes del delta del Okawango.
Mosi oa Tunya (“El humo que truena”) son las cataratas Victoria en Zimbawe. La bruma y el estruendo de más de 8000 m3 de agua del río Zambeze que se precipitan cada segundo desde más de 100 m de altura son el colofón perfecto para un viaje inolvidable que ahora quiero mostrar a través de las imágenes que captó mi cámara.