Por Manuel Morán
Cuando el cooperante arriba a Guatemala, en lengua náuatl “lugar de muchos árboles”, lo primero que nota es el silencio. La gente,tremendamente educada, parece como si caminara de puntillas por miedo al miedo, como si de sus labios no pudieran salir más palabras que las imprescindibles; resabio ancestral no sólo de la rapiña deLa Conquista, sino de su reciente conflicto armado interno habido entre 1960 y 1996, guerra de opresión de la población campesina y de los pueblos mayenses, propiciada por fuerzas gubernamentales.
Junto al miedo y la pobreza, habita este lindo país la ternura de sus gentes, sus veintitrés etnias mayas, Ixil, Q’eqchi, Kíché, Kakchiquel, los cientos de colores de sus flores, el Pacífico, la costa Atlántica, las pirámides de Tical, el lago Atitlan, la ciudad de La Antigua… y tanta belleza, que da la impresión de que tal vez el miedo y el silencio de sus gentes fueran necesarios para una contemplación más sosegada del viajero.