Madeira es una isla de relieve tortuoso. Desde hace siglos, sus habitantes recogen el agua desde los bosques de laurisilva en el norte y la conducen mediante canales –llamadas “levadas”- hacia donde se necesita.
Las levadas recorren paredes talladas, atraviesan montañas a través de túneles, pasan por puentes y bosques. Seguiremos sus atrevidos trazados para disfrutar de recorridos aéreos, junto a una vegetación exuberante y paisajes de sobrecogedora belleza.
Otros senderos muestran el origen volcánico de la isla. Caminaremos junto a acantilados soberbios y balcones donde es mejor no tener vértigo.
Además, acompañaremos el viaje del agua por barrancos que se despeñan casi en vertical. Nos esperan imponentes cascadas y lugares ocultos a los ojos de la mayoría de los viajeros.
Entramos en un mundo mágico de verdor, agua y verticalidad. Las imágenes marean, nos cuesta comprender las dimensiones. Los compañeros que se ven al fondo de los abismos son sólo pequeños puntos en movimiento. Las paredes están tapizadas de todos los verdes que se puedan imaginar. El agua choca con estruendo mientras nos concentramos cuidadosamente en hacer las maniobras de cuerda, intentando abstraernos del entorno hasta que por fin comienzan rápeles enormes donde se disfruta de sensaciones únicas. Es totalmente merecida la fama internacional que tienen estos barrancos.
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